Chapter 4: Avances en el tiempo
En los últimos años, Cyan había trabajado en construir una imagen pública impecable. Había usado parte de los recursos de la familia para ayudar a los menos favorecidos, ofreciendo tierras, empleo y refugio a los habitantes más pobres de su territorio.
—¿Por qué haces esto? —le había preguntado Jamiel en una ocasión, confundido.
—Porque si queremos cambiar este mundo, necesitamos aliados, Jamiel. Y no todos los aliados son nobles.
Este enfoque le había ganado el apodo de "el salvador altruista" entre los plebeyos, pero también había atraído la atención de otras familias nobles, quienes veían en él un potencial líder de la próxima generación.
El séptimo cumpleaños de Jamiel fue una celebración magnífica. La mansión estaba llena de música, risas y conversaciones. Cyan se mantuvo cerca de su hermano durante toda la noche, observando cómo Jamiel interactuaba con los invitados con una confianza que no dejaba de crecer.
—Hermano, ¿crees que algún día seremos los más fuertes del reino? —preguntó Jamiel, mientras miraba las luces del salón con ojos soñadores.
Cyan lo miró con una sonrisa enigmática.
—Feliz cumpleaños, Jamiel. —Cyan le entregó un pequeño paquete envuelto en tela fina.
Jamiel lo abrió con emoción, encontrando dentro de un anillo sencillo con un pequeño grabado en su superficie.
—¿Un anillo? —preguntó con curiosidad, mientras lo examinaba.
—No es solo un anillo. Está imbuido con un pequeño hechizo de refuerzo —explicó Cyan con una sonrisa—. Te ayudará a canalizar mejor tu energía mientras entrenas.
Jamiel se lo colocó de inmediato y luego miró a su hermano con seriedad.
—Hermano, quiero que me entrenes más. Quiero ser tan fuerte como tú.
Cyan lo miró con calidez. Jamiel siempre había sido ambicioso, pero esta vez su tono tenía un matiz diferente: determinación pura.
—Claro que lo haré, Jamiel. Pero primero, ¿ha pensado qué quiere ser en el futuro?
—Quiero ser un aumentado, como tú. —Jamiel lo miró con una sonrisa confiada—. Usaré magia y armas, pero nadie sabrá de mi magia. Será nuestro secreto.
Cyan levantó una ceja, divertido.
—Parece que ya tienes todo planeado.
—¡Claro! Tú serás mago y yo será un caballero aumentado. ¡Juntos seremos invencibles!
Cyan río entre los dientes.
—Jamiel, sere mago en apariencia, pero en realidad también será un aumentado. Así que supongo que tendremos más en común de lo que crees.
Jamiel abrió los ojos sorprendido.
—¿En serio? Pero... ¿por qué actuarías como un mago?
—Porque el mundo necesita que crea que lo soy. —Cyan se encogió de hombros—. A veces, es más útil ser subestimado o mantener secretos. Y si queremos cambiar este mundo, tendremos que ser más listos que los demás.
Jamiel avanza lentamente, procesando las palabras de su hermano.
—Entonces será nuestro secreto.
Cyan extendiendo la mano, y Jamiel la estrechó con firmeza.
En los días siguientes, Cyan continuó entrenando en secreto. Sus tres núcleos, ahora en la fase de rojo sólido, requerían un control constante para estabilizarse y acumular energía. Había logrado avances notables, pero también había comenzado a trabajar en un cuarto núcleo, una tarea que se estaba volviendo cada vez más complicada.
—Es como intentar construir una casa en terreno inestable —murmuró mientras meditaba una noche.
El problema no era solo la formación del cuarto núcleo, sino mantener el flujo constante de maná a través de los tres anteriores. Cada noche, antes de dormir, debía meditar durante horas para asegurarse de que la energía circulase sin interrupciones hasta quedarse dormido.
A pesar del tiempo que le tomaba en las mañanas el agotamiento, Cyan no se rendía. Sabía que este esfuerzo lo llevaría a superar los límites impuestos por los demás.
La invitación al palacio real.
Semanas después, Cyan recibió una invitación formal al palacio real para asistir al séptimo cumpleaños de la princesa Kathleen Glayder. La princesa había despertado recientemente su núcleo, y la fiesta no solo celebraría su cumpleaños, sino también su talento y el tiempo era la de una semana.
—Esto no es solo una fiesta, padre —comentó Cyan durante la cena familiar—. Es una estrategia política para mostrar el poder de la familia real.
Su padre se acerca a la gravedad.
—Es cierto. Pero también es una oportunidad para nosotros. Eres conocido como un joven noble prometedor, Cyan. Esta es tu oportunidad de fortalecer nuestra posición.
Cian ascendiendo. Aunque detestaba las intrigas políticas, entendía su importancia.
Además, poco antes de esta invitación, había recibido otra: una invitación de la familia Helstea. Sabía que el motivo era al menos altruista; los Helstea buscaban ayuda para despertar el núcleo de su hija. Cyan, sin embargo, vio en esto una oportunidad para construir una relación con una familia influyente y obtener información valiosa.
La mansión Helstea era un ejemplo de elegancia discreta. Cyan observará la estructura de piedra blanca y los amplios jardines que la rodeaban mientras descendía del carruaje. Su padre le había insistido en que la visita no era solo un gesto social, sino una oportunidad de fortalecer lazos con una familia influyente y obtener información valiosa.
Al cruzar las puertas principales, fue recibido por Vicente Helstea, un hombre de porte distinguido, acompañado de su esposa Tabitha, que irradiaba una calidez maternal.
—Bienvenido, joven Cyan —dijo Vicente con una sonrisa—. Es un honor recibir a alguien de tu reputación en nuestra casa.
Cyan respondió con una inclinación educada.
—El honor es mío, señor Helstea.
A su lado, la pequeña Lilia Helstea observaba a Cyan con curiosidad. Era una niña de su misma edad, con cabello castaño claro y ojos vivaces. Tabitha la empujó suavemente hacia Cyan.
—Lilia, saludo a nuestro invitado.
Lilia hizo una pequeña reverencia.
—Es un placer conocerte, señor Cyan.
Cyan excitante con calidez, rompiendo cualquier formalidad.
—Puedes llamarme Cyan. Después de todo, somos de la misma edad.
Lilia ascendió, algo tímida, pero pronto la conversación fluía con naturalidad entre los dos.
Durante el recorrido por la mansión, Cyan fue presentado ante los guardias de la familia, y entre ellos reconoció a un nombre que había escuchado antes: **Reynolds Leywin**. Este hombre, un núcleo naranja oscuro aumentado, era el capitán de la guardia de la familia Helstea.
Cyan había escuchado rumores de los Leywin, especialmente del hijo mayor, Arthur Leywin, un prodigio que supuestamente había despertado su núcleo a los tres años. Aunque no había confirmado si Arthur seguía vivo, el nombre siempre le intrigaba.
Cuando finalmente conoció a Reynolds, este lo saludó con una sonrisa confiada.
—Así que tú eres el joven Cyan del que tanto hablan. ¿Es cierto que despertaste a los 4 años tu núcleo? —preguntó Reynolds, con un tono de incredulidad.
—Eso dicen los rumores —respondió Cyan con calma—. Pero no todo lo que se escucha es cierto.
La respuesta cautelosa despertó la curiosidad del capitán.
— ¿Qué tal si probamos esas habilidades en un combate amistoso? —sugirió Reynolds, con una sonrisa desafiante—. Será una buena lección para ambos.
El patio trasero de la mansión Helstea se convirtió rápidamente en un campo de entrenamiento improvisado. Los sirvientes y los miembros de la familia Helstea se reunieron para presenciar el duelo. Incluso Tabitha y Lilia observaban con atención desde un balcón cercano.
—Recuerda que esto es un combate amistoso, Cyan —dijo Vicente con una sonrisa—. No hay necesidad de esforzarse demasiado.
—Lo tendré en cuenta —respondió Cyan, ajustando su postura.
El combate comenzó con Reynolds tomando la ofensiva. Su velocidad y fuerza, amplificadas por su núcleo naranja oscuro, eran impresionantes. Cyan, sin embargo, no se dejó intimidar. Con movimientos precisos y calculados, esquivaba los ataques con una gracia que parecía casi antinatural.
Reynolds cambió su enfoque, combinando ataques físicos con un flujo de maná que aumentaba la presión en el aire. Cyan aprovechó la oportunidad para demostrar su habilidad como mago, creando una barrera de maná que desvió el impacto.
Sin previo aviso, Cyan se deslizó bajo el ataque de Reynolds y, con un movimiento rápido, golpeó un punto crítico cerca de su pecho. El impacto interrumpió el flujo de maná en el cuerpo de Reynolds, quien cayó de rodillas, incapaz de levantarse.
—¿Qué… qué fue eso? —preguntó Reynolds, jadeando mientras intentaba recuperar el aliento.
Cyan extendiendo una mano para ayudarle a levantarse.
—Fue solo una interrupción en tu flujo de maná. Afecta temporalmente el sistema nervioso y la circulación de energía. No deberías forzar tus movimientos durante los próximos días.
El patio quedó en silencio. Nadie esperaba que un niño de esa edad pudiera superar a un adulto experimentado como Reynolds. Incluso Vicente Helstea, quien había mantenido una expresión tranquila hasta ese momento, mostró una leve sorpresa.
Desde el balcón, Lilia observó a Cyan con admiración, mientras Tabitha murmuraba para sí misma:
—Este niño es extraordinario.
Tras el combate, Cyan pasó más tiempo con Lilia, quien, a pesar de su timidez inicial, comenzó a abrirse a él. Ambos compartían un interés por aprender y explorar.
—¿Por qué pasas tanto tiempo en la biblioteca? —preguntó Lilia mientras caminaban por los jardines.
—La información es poder —respondió Cyan con una sonrisa—. Si quieres cambiar algo en este mundo, necesitas entenderlo primero.
Lilia ascendiendo, impresionada por su perspectiva.
—Entonces, ¿qué planeas cambiar?
—Todavía no estoy seguro. Pero quiero asegurarme de que las personas a mi alrededor tengan un futuro mejor.
Esa respuesta dejó una impresión duradera en Lilia. Más tarde, algunos sirvientes, que los observaban desde lejos, comenzaron a bromear entre ellos.
—Hacen una buena pareja, ¿no crees? —susurró uno.
—Tal vez algún día. Aunque todavía son jóvenes —respondió otro.
Cyan, ajeno a los comentarios, siguió charlando con Lilia, disfrutando de la tranquilidad del momento.
Durante su visita, Cyan también aprovechó para interactuar con los sirvientes y trabajadores de la mansión, mostrando interés genuino en sus vidas y problemas. Su comportamiento dejó una impresión positiva en todos, consolidando aún más su reputación como alguien accesible y altruista.
—Es raro ver a un noble que trata a todos con tanto respeto —comentó uno de los guardias a Vicente.
—Cyan no es un niño común —respondió el patriarca de los Helstea con una sonrisa—. Estoy seguro de que logrará grandes cosas.