Las Locas Aventuras de Wanzo: Eros Valley(Stardew Valley )

Chapter 2: Wanzo en SV 2



Wanzo decidió seguir explorando el pueblo. Por todos lados veía a los habitantes locales y a otros personajes, como el chico de antes que ahora estaba correteando de un lado al otro, revisando la basura, hablando con personas al azar, y en general actuando como si tuviera una lista de cosas urgentes que nadie más entendía.

Se sorprendía lo activos que eran todos… y que no sabía quiénes eran. Se les quedó mirando por un rato, y algunos le devolvieron la mirada antes de volver a lo suyo.

Todavía se sentía intrigado por lo de Haley. ¿Quién se lanza así con una mamada? Pero, bueno, ganó un celular, así que estaba de buen humor. Mientras caminaba por los pequeños caminos adoquinados, se dediquó a saludar a quien pasara, sin importarme si les molestaba o no.

Por un momento, consideró ir a lo de Pierre para comprar algunas semillas. "Seguramente en algún momento me dará ganas de trabajar... espero," pensó, aunque no estaba muy seguro de cuándo pasaría eso. Pero justo cuando estaba llegando, una voz captó su atención.

"¡Joven! ¡Por aquí!" La anciana del pueblo, Evelyn, le hacía señas desde su porche. A su lado estaba una chica, claramente irritada, siguiéndola de cerca y tratando de hablarle.

No vio nada sospechoso en ello, así que se acerquó. Sin embargo, la mirada que le lanzó la chica fue como un rayo láser que intentaba taladrar su alma. No tenía idea de qué le molestaba tanto.

"Muchachos, ¿estarían dispuestos a ayudar a una pareja de ancianos?" preguntó Evelyn con una sonrisa amable, aunque su tono lento reflejaba su edad.

"¡Claro que sí!" respondió rápidamente la chica, cambiando su actitud en un instante. Aunque todavía parecía molesta con Wanzo, la idea de activar una misión compartida que desconocía parecía entusiasmarla. Eso sí, no dejó de mantener a su 'compañero' a raya con una expresión que decía: "No me confío ni un poco de ti."

"Perfecto, esperen aquí un momento," dijo Evelyn antes de desaparecer dentro de su casa.

Wanzo miró a la chica. Ella miró a Wanzo. Hubo un intercambio de miradas, pero mientras una era curiosa y despreocupada, otra estaba llena de desconfianza y hostilidad.

"Hola," dijo, intentando romper el hielo.

"…"

"Soy Wanzo," añadío, sonriendo.

"…"

"¿Te gustaría ser mi amiga?"(Wanzo)

"No. Cállate, no te conozco." Su tono era agresivo y directo, sin siquiera mirarlo. "Sabes cómo funciona esto: si en algún momento formamos un grupo, cooperamos. Si no, somos enemigos."

"En realidad no tengo idea de qué estás hablando." (Wanzo)

"¿Eres un novato?" preguntó, esta vez mirándolo con incredulidad. Pero antes de que pudiera responder, un grito interrumpió nuestra conversación.

"¡No quiero salir, mujer!"

Evelyn regresó empujando una silla de ruedas con un anciano gruñón sentado en ella, quien protestaba como si estuviera siendo llevado a una ejecución pública. La anciana ignoró sus quejas con la paciencia de quien lleva décadas lidiando con lo mismo.

"Querida, ¿podrías hacerme el favor de sacar a George a pasear mientras termino unas tareas en casa? Pondré un cartel en la puerta cuando haya terminado, y entonces podrás traerlo de vuelta."(Evelyn)

"Sí… claro," respondió la chica con cierta resignación. Todos sabían como era George, un famoso PNJ por ser difícil de tratar y, para ser honestos, molesto. Pero parecía que esta era una misión rara y, por tanto, una oportunidad que no podía desperdiciar.

"Y tú, joven apuesto," dijo Evelyn, girándose hacia Wanzo con una sonrisa. "¿Podrías ayudarme con unas tareas en la casa?"

"Bueno… es mejor que lidiar con la granja," respondío encogiéndose de hombros.

Así, la chica se llevó al anciano, quien no dejó de quejarse ni por un segundo, mientras Wanzo seguía a Evelyn dentro de la casa.

Ya dentro de la casa, Wanzo notó que todo tenía el aire típico de un hogar de ancianos: muebles antiguos, tapetes de crochet y un ligero aroma a naftalina mezclado con galletas a medio hornear. Observó a Evelyn sacar varios utensilios de un armario, entre ellos algunos ingredientes que claramente indicaban que se disponía a hacer galletas.

"¿Qué tengo que hacer?" preguntó, saboreándose los labios con solo imaginar el olor a galletas recién hechas.

"Bueno..." comenzó Evelyn, mientras acomodaba los utensilios sobre la mesa. "Iba a hacer galletas, pero estoy muy tensa últimamente. No creo poder trabajar adecuadamente."

"¿Quiere que las haga por usted?" ofreció Wanzo, aunque dudoso. La última vez que intentó cocinar, terminó con un desastre que parecía más un experimento químico fallido que comida. "No soy muy bueno cocinando."

"No, no, nada de eso." Evelyn sonrió. "Pero, ¿qué te parece si me ayudas a quitarme esta tensión y liberar algo de estrés?"

"Lo que usted diga"(Wanzo)

Wanzo tragó saliva. 'Lo que sea por unas galletas' pensó. Solo esperaba que no le pidiera algo raro, como un baño de esponja o algo así.

"Bien, sígueme," dijo la anciana, moviéndose a paso lento hacia otra parte de la casa.

Wanzo la siguió, aguantando la tentación de cargarla para acelerar el proceso. El deseo de esas galletas era fuerte, pero su sentido común le advertía que no debía hacer nada que pudiera incomodar a Evelyn, podria arriesgarse a no tener galletas. Finalmente llegaron a una habitación, y la anciana lo hizo entrar.

Era un dormitorio, completo con una cama matrimonial, armarios y demás muebles. "Esto se está poniendo raro," pensó Wanzo, viendo cómo Evelyn comenzaba a desabotonarse la blusa.

"¡¿Eh?! ¿Qué está haciendo?" preguntó con la voz temblorosa. Pero antes de que pudiera reaccionar, presenció algo que desafió toda lógica.

Con un solo movimiento, Evelyn se despojó de toda su ropa, revelando un cuerpo que no tenía ningún sentido. Medía más de dos metros, estaba completamente musculosa como un fisicoculturista, y hasta sus pechos parecían dos esferas de acero. Aún se observaban arrugas por la vejez, pero no le quitaba lo impactante ni un pelo. Era necesario mirar hacia arriba a ese monstruo de músculos.

"¡AAAAAAHHHH!"

Un grito agudo y completamente femenino escapó de los labios de Wanzo, acompañado de un pequeño salto hacia atrás. 

"Gracias por ayudar a una vieja en apuros," dijo Evelyn con su habitual tono amable, pero ahora lleno de una energía aterradora. Sin previo aviso, puso una mano sobre el hombro de Wanzo y, con un leve empujón, lo lanzó hacia la cama como si no pesara nada.

Wanzo apenas tuvo tiempo de gritar antes de aterrizar. Evelyn, con una agilidad impropia para su edad, saltó al colchón y se posicionó sobre él. Wanzo con los ojos bien abiertos, solo podía mirar con miedo a la anciana que parecía ser pariente de Yujiro Hanma.

Evelyn se puso en cuclillas sobre Wanzo, con una mano apoyada en la cama y la otra en su rodilla.

"Gracias por hacer feliz a esta vieja... espero poder seguirte el ritmo, los años no perdonan"

Con su mano levantó el pene de Wanzo, el cual estaba duro por el miedo, y lo acomodó para que mirara hacia arriba, soltándolo y levantando las caderas.

De un solo movimiento, sus caderas bajaron a una velocidad que hizo que se escuchara el sonido de viento romperse. Provocó un impacto tan fuerte, que hizo que todas las patas de la cama explotaran, causando que la cama se desplomara hacia el suelo y al mismo tiempo todos los cuadros de las paredes cayeran por el temblor.

En ese mismo momento, con ese solo sentón, la barra de vida de Wanzo se oscureció instantáneamente y un aviso apareció.

[Tu vida está bloqueada en 1 HP para evitar una muerte prematura durante este evento especial. el bloqueo se eliminará tras terminar el evento]

"Estoy tan jodido..." murmuró entre jadeos, mientras intentaba recuperar el aliento.

"Se siente bien volver a sentir la energía de la juventud," dijo mientras acariciaba la mejilla del aterrorizado Wanzo.

Evelyn entonces levantó sus caderas una vez mas, dejando ver que la pelvis de Wanzo, a excepción su pene, había quedado chata como una hoja de papel contra el suelo. Y así, bajó de nuevo sus caderas, pero sin pausa esta vez, subiéndola y bajándolas a gran velocidad que solo podría describirse como supersónica.

La casa comenzó a temblar como si estuviera siendo golpeada por un terremoto, de hecho, ese mini-terremoto se extendió a algunas otras casas del pueblo. Los muebles se sacudían, los cuadros caían de las paredes, y los vecinos en la plaza del pueblo observaban con asombro cómo la casa de los Mullner parecía estar al borde de desmoronarse durante unos 20 minutos.

Wanzo, sin poder soportarlo mas y ansioso por terminar con esto, soltó su carga dentro del interior de Evelyn, interior que también parecía tener músculos fuertes que comprimían su vara de hombre. Estaba seguro de que fue exprimido duramente cuando por fin salió de del coño de la anciana y vio que su pene mas delgado que antes de empezar.

...

Desde la habitación, Evelyn salió empujando una silla de ruedas. A pesar de mantener su apariencia de anciana, su cuerpo descomunalmente musculoso la obligaba a agacharse para pasar por debajo del marco de la puerta. En la silla, Wanzo se encontraba con la mirada perdida, como si su alma hubiera abandonado el cuerpo y solo quedara un caparazón vacío. Bueno, quizás no estaba del todo vacío... probablemente sentía algo: un dolor tan inmenso que cualquier otra sensación había sido expulsada de su sistema nervioso.

"Qué suerte que teníamos esta silla de repuesto de George," comentó Evelyn, empujando a Wanzo con un ritmo firme.

De vuelta en la cocina, Evelyn se puso un delantal floral que parecía hilarantemente fuera de lugar en su colosal físico desnudo.

"Entonces, ¿qué? ¿Unas galletitas? Suelo hacerlas en tandas de tres. ¿Cuántas tandas quieres?" preguntó con la calidez de una abuela, mientras buscaba los ingredientes.

"250," respondió Wanzo con voz apenas audible, su mandíbula luchando por funcionar tras el reciente evento traumático. Consideró que ese número era lo mínimo aceptable para compensar lo que acababa de pasarle. Con ese número, mientras ella estuviera entretenida con las galletas, él buscaría una forma de escapar.

Pero entonces vio algo que heló su sangre.

Evelyn se movió como si cada uno de sus años fuera un multiplicador de velocidad. En un abrir y cerrar de ojos, estaba golpeando, amasando, mezclando y horneando con una eficiencia que desafiaba las leyes de la física.

"¡ORA! ¡ORA! ¡ORA! ¡ORA! ¡ORA! ¡ORA! ¡ORA! ¡ORA!"

Cada golpe resonaba como un cañonazo, rompiendo la barrera del sonido. Los ingredientes volaban por los aires solo para aterrizar mágicamente en perfectas bolitas de masa, que se alineaban ordenadamente en las bandejas. Incluso el horno parecía responder a ella, aumentando su temperatura con cada golpe.

Wanzo observó, paralizado, mientras en cuestión de minutos Evelyn completaba las 250 tandas sin siquiera sudar. Tragó saliva con dificultad, sabiendo que cualquier intento de fuga sería inútil.

"Listo," dijo Evelyn, colocando las galletas perfectamente empaquetadas frente a él. "Puedes llevártelas a casa. Pero esto no sirve... No puedes vivir solo de galletas."

Wanzo levantó la mirada, esperando algo terrible.

"Ya que no sabes cocinar, yo me encargaré de que estés bien alimentado. No te preocupes, querido, cocinaré y te enviaré comida todos los días para que te mantengas sano y fuerte... Porque necesitamos que estés sano y fuerte... ¿Verdad?" Dijo con tono dominante.

Mientras hablaba, sujetó suavemente la barbilla de Wanzo, pero la presión de sus dedos se sentía como un tornillo hidráulico.

"*Glup* Sí, señora," respondió Wanzo automáticamente, con el sudor frío bajándole por la frente. En ese momento, lo único que quería era no ser la siguiente galleta golpeada.

"¡Perfecto! Pero primero vamos al hospital."

Evelyn, ahora vestida con un sostén deportivo y bragas negras, lo empujó fuera de la casa con la silla de ruedas. En el camino, colocó un cartel en la puerta que decía: "George puede volver a casa" y continuó hacia el hospital, empujando a Wanzo como si fuera una carretilla vacía.

Wanzo, mientras tanto, observaba las 250 tandas de galletas en su inventario con expresión sombría. Levantó la mirada y notó las miradas curiosas y desconcertadas de la gente del pueblo sobre él. Nadie parecía sorprendido por el aspecto de Evelyn; de hecho, para ellos, ella se veía como una anciana normal.

En el camino, se cruzaron con George y la muchacha que empujaba su silla. Fue un momento extraño: una joven empujando a un anciano y una anciana empujando a un joven medio muerto. La muchacha, que había estado quejándose de la suerte de Wanzo por no tener que lidiar con George, se quedó muda al ver el estado del pobre chico.

Esa misión claramente no era tan facil como parecía. Y, para su fortuna, ella no era la que había salido herida.

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