La Familia de Riuz(Omniverso)

Chapter 21: 21) Progresando en el Pasado (1.1)



Las cosas se complicaron con Clara después de aquella noche, principalmente porque parecía haber desaparecido. Sin dejar rastro, huyó, y durante un tiempo no pude encontrarla. Esto me frustraba y enojaba profundamente. Cerré el negocio por un par de semanas y comencé a buscarla, hasta que Barnaby me ayudó a conseguir la dirección de la casa de sus padres.

Sus padres vivían en uno de los pueblos vecinos de Zoópolis, lo cual no era precisamente cercano, especialmente con los medios de transporte de esta época. Por suerte, había logrado mejorar mi habilidad para transformarme, y Zoópolis, siendo una ciudad llena de animales, me había dado muchos modelos para observar y copiar.

Me convertí en ave y emprendí el vuelo. Al principio, tropecé y caí varias veces durante las primeras horas, pero poco a poco logré mantener un vuelo estable. En cierto momento incluso intenté transformarme en diferentes tipos de aves, buscando una forma que me permitiera volar más rápido o mejor.

Dejando de lado mi accidentado viaje, finalmente llegué al pueblo, perdiéndome solo un par de veces. Tras preguntar aquí y allá, encontré la casa: una vivienda grande que reflejaba el nivel acomodado de la familia, no exactamente ricos, pero claramente por encima de la clase media.

Decidí acercarme con sigilo. Me transformé en un pequeño pájaro y luego en un roedor, para evitar ser visto. Era de noche, lo que facilitaba esconderme, y cambié el color de mi pelaje y plumas para mimetizarme mejor. Sin embargo, necesitaba moverme rápido; transformarme en algo físicamente muy distinto a mi forma original siempre resultaba más complicado.

De ventana en ventana, logré encontrar mi objetivo en el piso superior: una habitación con la luz encendida. Allí estaba Clara, sobre la cama, despierta, abrazando una almohada contra su pecho. Su rostro mostraba una mezcla de emociones complejas que no pude descifrar por completo.

Sabiendo que la había encontrado, me dirigí primero a la habitación de sus padres. Usando algunos hechizos simples, entré sin hacer ruido y los dejé inconscientes, asegurándome de que solo pareciera que habían dormido profundamente cuando despertaran por la mañana.

Luego volví a la ventana de Clara, la abrí y entré en la habitación, provocándole un susto y una gran sorpresa.

Clara: "¡¿Riuz?!" —exclamó.

Riuz: "Hola, maestra. Hace tiempo que no la veía. Fue difícil encontrarla, tanto que cualquiera podría pensar que estaba escapando de mí" —dije con tono burlón.

Clara: "Yo... yo..." —murmuró, enterrando su rostro en la almohada mientras comenzaba a llorar, incapaz de mirarme a la cara.

De algún modo, esperaba esta reacción. Clara siempre había sido demasiado pura en ciertos aspectos, y lo que ocurrió aquella noche parecía haber sido demasiado para ella. Pero ella era mi primera mujer en este mundo y mi querida maestra. No iba a dejarla. Por eso, espera que pudiera perdonarme por lo que debía hacer... aunque no lo recordara después.

Saqué mi varita y la apunté antes de que pudiera levantar la cabeza para intentar decirme algo. Conjuré un par de hechizos sobre ella, modificando y nublando ciertos recuerdos de aquella noche. No toqué nada demasiado profundo; no confiaba del todo en mi habilidad. Solo había practicado estos hechizos un par de veces con algunos criminales que intentaron robarme, y con ellos no me preocupaban los efectos adversos.

Clara parecía algo aturdida cuando me acerqué, pero al verme frente a ella, su expresión cambió lentamente.

Riuz: "¿Me vas a decir por qué te fuiste sin avisar? ¿Por qué desapareciste sin volver a tu casa, sin dejar rastro, como si no quisieras que te encontrara, no importa cuánto buscara?" —dije, acercándome a ella poco a poco.

Clara: "Riuz, yo... no podía..." —respondió retrocediendo, con un atisbo de miedo en su mirada.

Riuz: "¿No podías qué? ¿Esperar a que despertara antes de marcharte? ¿Despedirte? ¿O al menos hacerme sentir acompañado después de lo que hicimos? Porque, sinceramente, me dejaste pensando que o fui terrible o solo un entretenimiento pasajero para ti, y que ya no significo nada." —Mi tono era una mezcla de fingida herida y enojo.

Clara: "¡No, Riuz! Yo no..."

Riuz: "¡No, nada!" —le grité, haciéndola temblar.— "Fuiste a mi casa, me enseñaste a hablar, a tener una vida normal. Fuiste la persona más amable que conocí desde que llegué aquí... desde que perdí a mi familia."

Mi voz se quebró, cargada de emociones. Tal vez un poco exageradas, pero no del todo falsas. Su partida me había dolido más de lo que quería admitir. Me recordaba lo lejos que estaba de casa, lo imposible que era despertar de nuevo en los brazos de mi madre. Despertar y no encontrarla allí fue doloroso, pero lo que más me enfureció fue el tiempo perdido buscándola, recorriendo la ciudad durante dos semanas, al borde de reportarla como desaparecida.

Riuz: "Viniste a mi casa, me diste clases... y luego te lanzaste sobre mí, quitandome la ropa y me hiciste... eso..." —agregué con un toque de falsa timidez.— "No es que no me gustara, porque me encantó. Nunca me había sentido tan vivo. No quería que terminara... ¡pero luego simplemente te vas! ¿¡Y no piensas hacerte responsable de lo que me hiciste?!" —dije, fingiendo un reproche profundo, como si fuera la víctima de un daño irreparable.

Clara: "Yo..."

Se detuvo en seco, con la mirada perdida. Pude ver cómo intentaba negar lo que decía, pero sus propios recuerdos comenzaban a emerger, aunque de forma confusa y fragmentada. Poco a poco, su mente trataba de ordenar lo sucedido: recordaba cómo yo le había pedido tocar su lana, y ella lo permitió. Luego, las cosas se volvieron más intensas, calientes y exitantes, casi desenfrenadas. Su memoria era borrosa, pero no podía evitar ciertos flashes: me había empujado contra su pecho, el cual recordaba desnudo sin saber por qué. Luego, la imagen de cómo me guió hacia abajo la hizo estremecerse.

Su rostro se puso rojo como una llama, pero en sus ojos se mezclaban vergüenza, terror, culpa y pánico. Finalmente, me miró, temblando, mientras los recuerdos de nuestra noche juntos regresaban, con la certeza de que había sido ella quien había iniciado cada interacción. Y entonces, se rompió.

Clara: "¡Perdón! ¡No sé qué me pasó! ¡¿Qué fue lo que hice?!" —gritó, llevándose las patas delanteras al rostro, cubriéndolo mientras lloraba.

Riuz: "No hiciste nada malo..." —dije suavemente, acercándome para retirar sus patas de su cara. Sus ojos, ahora rojos e hinchados, me miraban con una culpa que parecía desgarrarla desde dentro.— "No hiciste nada malo, de verdad."

Clara: "Pero yo..." —intentó hablar, pero puse mi mano suavemente sobre su boca, silenciándola.

Riuz: "Lo único malo que hiciste fue irte sin decir nada, desaparecer, hacer que despertara con el corazón en la garganta, preguntándome qué había hecho mal. Pasé días buscándote, preocupándome, pensando que no volvería a verte..." —dije, con la voz temblorosa. Aunque sabía que estaba exagerando, algo de ello se sentía real, tanto que casi me lo creí. Era extraño, sentía que las mentiras podían volverse verdades y las verdades podían volverse con mentiras. Era una sensación desconcertante en lo mas produndo de mi interior.

Clara: "Perdón..." —dijo, al verme al borde de las lágrimas. Escuchar mis palabras la desarmó, y antes de que pudiera decir algo más, se inclinó y me abrazó fuertemente contra su cuerpo. No entendía del todo por qué había actuado así, por qué se había ido. Yo tenía razón: ella me había dejado después de todo lo que pasó. La culpa en su mirada solo crecía, como una sombra pesada que no podía quitarse de encima.

Riuz: "Ya no te culpo. Ahora que te encontré, todo lo malo se ha ido..." —dije mientras acariciaba la lana de su cabeza.— "Solo... quiero que te hagas responsable por lo que hiciste. Sé que venimos de culturas muy diferentes, que chocaremos muchas veces, pero no quiero volver a estar solo. Ya perdí a mi familia, y no quiero perderte a ti también. No quiero que las personas que amo sigan alejándose de mí." —Mis brazos la rodearon con más fuerza, aferrándome a ella.

Clara: "Y-yo lo haré... me quedaré contigo." —Su voz temblaba mientras las lágrimas comenzaban a correr por su rostro. La culpa la estaba consumiendo. Había algo profundamente maternal en ella, una de las razones por las que soñaba con ser maestra. Pensar en cuánto daño podía haberme hecho parecía insoportable para ella. No quería imaginar lo desamparado que debía haberme sentido.

Riuz: "Más te vale." —Sonreí con un cariño casi burlón mientras mantenía el abrazo. Habían pasado solo unas semanas desde que se fue, pero el contacto con su lana era inolvidable, tan cálido y reconfortante.

Permanecimos así un rato más, hasta que su llanto comenzó a cesar. Algo de claridad parecía asomarse en su mente. Las circunstancias y los recuerdos comenzaban a ordenarse, pero ahora parecía atrapada en pensamientos sobre lo que debía hacer. Me había prometido quedarse conmigo, hacerse responsable por lo ocurrido, pero la culpa y las dudas sobre cómo proceder la abrumaban. Después de todo, no estaba acostumbrada a asumir ese tipo de roles, usualmente eran los carneros quienes se "hacian responsables" cuando algo asi pasaba.

Riuz: "¿Qué pasa?" —pregunté, notando su expresión preocupada mientras seguía acariciando la lana de su cabeza.

Clara: "No sé qué hacer ahora..." —respondió casi sin pensar, absorta en sus pensamientos.

Riuz: "Solo quédate conmigo. Enséñame todo lo que aún necesito aprender. Y cuando ya no tengas más que enseñarme... solo sigue estando ahí conmigo. No es tan complicado."

Clara: "¿De verdad...?" —me miró, confundida por la simplicidad de mis palabras. A sus ojos, todo parecía mucho más difícil, pero mi mirada inocente y la ternura en mis caricias parecían darle una sensación de calma, un deseo de creerme, de olvidar las complicaciones.

Riuz: "Así es. No necesitamos complicar las cosas ahora. Sigamos como antes... aunque, bueno, si hablamos de planes futuros, hay uno en particular que creo que deberíamos empezar ahora mismo."

Clara: "¿Cuál?"

Sonreí mientras me acercaba más a ella. Mi cuerpo se pegó al suyo y, sin previo aviso, deslicé mi mano hacia abajo, pasando entre su ropa, hasta llegar a un lugar calido que extrañaba profundamente. Al sentir mi toque, abrió los ojos de par en par, sonrojándose intensamente mientras me apartaba de golpe.

Clara: "¡Riuz, no!" —dijo, agitada.

Riuz: "Lo necesito..." —susurré con un tono suplicante.

Clara: "No... esto está mal. Lo que hicimos estuvo mal. Yo... perdí el control, y..." —murmuró, avergonzada, evitando mirarme directamente.

Riuz: "Por favor... Desde aquella vez, no he podido dejar de pensar en eso. Se sentía tan bien. Quiero hacerlo de nuevo..." —mi tono era suave, casi una súplica. Fingí una inocencia y tristeza que sabía que podía conmoverla, pensando que si lo hiciera ante mis madres posiblemente ya estarían abalanzándose sobre mí... por lo menos bella lo haría.— "Solo una vez más... por favor. Quiero sentirme unido a ti otra vez."

Clara: "No... no está bien..."

Riuz: "Pero..."

Clara: "¿Qué pasa si pierdo el control otra vez...? Ya te profané... no quiero..." —Sus palabras se interrumpieron cuando acerqué mis labios a los suyos, besándola de forma lenta y profunda. Pude sentir cómo su resistencia se desvanecía, igual que aquella vez. Cuando me separé, sus ojos estaban nublados, perdidos.

Riuz: "Está bien... si eres tú." —susurré mientras la empujaba suavemente hacia la cama y comenzaba a besarla otra vez.

Puede que al principio dudara, pero mis súplicas constantes la hicieron ceder. Devolvió mis besos con timidez, y poco a poco nos encontramos despojándonos de nuestras ropas. Esta vez, Clara estaba más consciente de lo que sucedía. Recordando con confusión y borrosidad la primera vez, temió que esa experiencia hubiera sido demasiado para mí, por no decir traumáticas, dadas mis circunstancias y edad. Por eso, esta vez decidió tomar el control, esforzándose por hacerlo lo más agradable posible para mí.

Aunque no tenía ni una fibra de dominancia en ella, Clara hizo lo mejor que pudo para hacer todo el trabajo, guiándome con ternura y cuidado. Para mí, fue tan divertido como adorable, pero me hizo feliz. Cooperé, fingiendo cierta ignorancia, pero asegurándome de que ella también disfrutara del momento.

No fue tan salvaje como la primera vez, pero terminamos agotados, sudados y abrazados. Suaves caricias sobre mi cabeza me arrullaban mientras yacía contra su pecho. Sentí cómo su respiración se hacía más lenta, luchando contra el sueño post-orgasmo hasta que finalmente se quedó dormida. Poco después, la seguí al reino de los sueños.

...

A la mañana siguiente, desperté y vi a Clara aún dormida. Tenía una sonrisa tranquila en el rostro, y sus brazos me rodeaban como si no quisiera soltarme. Quise hacer algo lindo para ella, así que sin despertarla, bajé y bajé hasta terminar con mi cabeza entre sus piernas

Clara se sobresaltó, despertando de golpe. aprendando sus piernas contra mi cara y apretando las sabanas con sus manos. Los ojos se le abrieron de par en par, llenos de sorpresa. 

Clara: "¡¿Riuz?! ¡¿Qué estás haciendo?! —gritó, su voz aguda y temblorosa.

Riuz: "La otra vez te gustó, ¿no? Quería hacerte sentir bien antes de irme."—Hablé con tono inocente.— "No como alguien que desaparece sin avisar, dejando que pienses que eres la peor basura que existe y que ni siquiera mereces una nota de despedida" —Mi expresión mostraba un dejo de reproche y mordi un poco su muslo mostrando mi enojo.

Clara: "Perdón... yo no quería..." —murmuró con voz quebrada, su mirada llena de culpa mientras bajaba la cabeza. Parecía a punto de romper a llorar.

La observé un momento y suspiré, relajando mi postura y desistiendo de terminar mi trabajo en sus partes deliciosas. Me acerqué a ella, rodeándola con mis brazos en un gesto tranquilizador.

Clara siempre había sido muy emocional y amable, y sabía que si seguía presionándola, terminaría llorando sin parar hasta el proximo amanecer.

Riuz: "Está bien, no tienes que explicarlo. Te perdono." —le dije suavemente, acariciando su lana— "Tengo que irme."

Clara: "¡¿Qué?! ¿Por qué?"

Riuz: "Mi tienda ha estado cerrada mucho tiempo mientras te buscaba, y necesito que el negocio siga funcionando. Hay cosas que debo atender, sueldos que pagar... Si esperamos vivir juntos algún día, necesito asegurarme de que podamos hacerlo sin preocupaciones."

Clara: "No tienes que cargar tú con..." —respondió en voz baja. Ella parecía luchar con la idea, su incomodidad evidente ante el hecho de que un niño como yo la mantenga cuando me había prometido que ella se haría responsable— "Yo..."

Me incliné hacia ella y puse un dedo sobre sus labios para callarla con delicadeza.

Riuz: "Shhh. No se trata de quién es el sosten familiar y esas cosas. Lo único que quiero es cuidar de nosotros y asegurarme de que nunca nos falte nada." —Le sonreí para tranquilizarla—. "Además... si no me voy... bueno, no creo que quieras que tus padres nos encuentren desnudos en tu cama de la infancia."

El rostro de Clara se puso rojo al instante, sus ojos abriéndose como platos.

Clara: "¡¿Mis padres?!" —exclamó antes de cubrirse la boca con las manos—. "¡Oh, Dios mío! ¿Crees que nos escucharon anoche?" —preguntó en un susurro, completamente alarmada.

Riuz: "Tranquila, no creo que nos hayan escuchado. Si lo hubieran hecho, ya habrían venido a preguntar qué pasaba." —Le sonreí para tranquilizarla—. "Pero, si no quieres correr riesgos, será mejor que me vaya."

Mientras lo decía, mis ojos recorrieron la habitación. Noté los juguetes antiguos cuidadosamente colocados en las repisas y las decoraciones infantiles. Fue entonces cuando confirmé que estábamos en la habitación que Clara había usado cuando era niña.

Clara: "Sí... no... pero..." —empezó a balbucear, visiblemente nerviosa—. "Quizás debería presentarte a ellos porque..."

Su voz se apagó, claramente abrumada. Estaba atrapada entre su deseo de ser honesta con sus padres y el conflicto interno de cómo explicar que yo era su estudiante y me convertí... me convirtió en su amante. Era evidente que esta situación la ponía en un dilema tan complicado que se estaba mareando.

Riuz: "Está bien, no te preocupes por eso ahora. Podemos hacerlo en el futuro, cuando lo nuestro sea más... sólido." —Le hablé con calma, intentando tranquilizarla—. "Por ahora, piensa en esto como una pequeña escapada. Eso sí, una en la que hemos... profanado tu habitación de la infancia." Susurré lujuriosamente.

Le lancé una sonrisa traviesa mientras señalaba los juguetes en la repisa. Clara me miró, notoriamente avergonzada, y bajó la mirada hacia las sábanas. Tocó el colchón que fue ensuciado por nuestros fluidos, visiblemente nerviosa. Su rostro estaba completamente rojo, y trataba de cubrirlo con las manos. Aunque era una mujer adulta y responsable, por dentro seguía siendo una niña inocente en muchos aspectos.

Riuz: "Tengo que irme, pero asegúrate de volver pronto. Te estaré esperando... no creo poder pasar mucho tiempo sin hacer sexo contigo" Dije con un tono inocente, pero seductor.

Clara: "No deberíamos hacerlo tan seguid..." —intentó decir, pero mis labios ya estaban sobre los suyos.

Riuz: "¡Shhh! No digas tonterías. Lo haremos todo el tiempo cuando vuelvas." —Le guiñó un ojo y salí por la ventana. — "Nos vemos pronto."Clara: "Espera, ¿cómo vas a volver a Zoópolis?" - gritó, corriendo hacia la ventana.Riuz: Tengo mis trucos. Ahora vístete antes de que te descubran tus padres.

En ese momento, un ruido en la habitación contigua hizo que Clara se sobresaltara. Sus padres estaban cerca, y la realidad de su situación la golpeó con fuerza. Tenia muchas cosas que ocultar, como su desnudes y el olor a oveja recién servida.

...

Unos días después Clara regresó a Zoópolis. Antes de venir a verme, pasó por su casa, pero no tardó mucho en aparecer en mi tienda.

La recibí con los brazos abiertos... y luego la llevé al baño donde empecé a besarla y desvestirla. A pesar de su oposición inicial, una vez empezamos, continuamos hasta que vacíe el contenido de mis bolas en su interior.

Nuestra vida continuó de manera similar a antes, aunque con algunos cambios significativos. Después de una semana con nuestras clases y pasando tiempo juntos, le propuse a Clara que se mudara conmigo. Tras pensarlo un poco, aceptó. Ahora compartíamos mi habitación, lo que resultó ser una sorpresa para Harriet. Sin embargo, Harriet siempre fue alguien leal y discreta, y aunque no comentó nada directamente, estoy seguro de que se llevó a Clara aparte para enterarse de los detalles de la extraña situación.

Los tres nos acomodamos rápidamente a nuestra nueva vida bajo el mismo techo, aunque Clara y Harriet mostraban cierta incomodidad ante nuestra 'intensa' relación.

Clara, en particular, se sorprendió al descubrir que tras mudarse aquí teníamos relaciones sexuales diarias sin falta, por lo menos una vez al día y en los días mas intensos de 4 a 7 veces, con media hora mínimo por vez. Esta frecuencia la dejaba agotada, feliz, angustiada y, a la vez, sorprendida. Harriet, por su parte, se sentía incómoda y consternada ante esta situación.

Sin embargo, la intensa vida sexual que llevábamos tuvo consecuencias inesperadamente esperables. Un mes después de que Clara se mudara, descubrió que estaba embarazada, noticia que la dejó completamente desconcertada y en shock. El impacto de esta revelación nos sorprendio a ambos.

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