Jenn ×Emma× Allen

Chapter 51: Mimada pero educada; Foto



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"Bueno, ya llegaste, así que solo relájate que vamos a tener un largo viaje hasta Rumanía," dijo Allen, tratando de animar a Emma, que parecía un torbellino de energía. Su voz era cálida y reconfortante, un estímulo que Emma necesitaba para canalizar su emoción.

"¿No estás emocionado, Rei? Digo, yo he viajado antes, pero nunca a Rumanía. Además, por lo que he visto en internet, es un país bastante hermoso si hablamos de paisajes," respondió Emma, sus ojos brillando con entusiasmo mientras hablaba. La idea de la aventura la llenaba de un optimismo contagioso.

Allen pensó unos segundos, sintiendo cómo la emoción comenzaba a burbujear en su interior. "Pues sí, supongo que muchas cosas sucederán allí que lo volverán aún más interesante," dijo, esbozando una sonrisa que reflejaba su propio sentido de aventura.

"Jajaj, sí, será divertido. Tenemos que ir a explorar un poco en nuestros días libres, aunque claro, sin dejar de lado el trabajo, que es lo más importante," afirmó Emma, su mirada llena de determinación. Aunque estaba emocionada por el viaje, no perdía de vista su enfoque principal: actuar y dar lo mejor de sí.

"Tu sí que no desperdicias ningún momento, eh~ Niña malcriada," comentó Jenna, quien se acercó a ellos con una leve burla en su tono, una sonrisa en su rostro que mostraba su complicidad. La atmósfera entre ellos era alegre y despreocupada.

 "Jajaj, oportunidad que veo, oportunidad que aprovecho," respondió Emma, recostando su mentón sobre el hombro de Allen, disfrutando de la cercanía.

"A todo esto, Emma, ¿y tu equipaje? ¿Dónde lo dejaste?" preguntó Allen, recordando de repente que Emma había mencionado su maleta.

"Ah, sí, se lo di a Hunter..." señaló Emma, mirando al mencionado, quien estaba charlando con Percy y Georgie, su equipaje al lado.

"¿Al menos le agradeciste?" preguntó Jenna, cruzada de brazos, con una expresión de curiosidad.

 "Obvio, soy mimada, no maleducada," respondió Emma con una sonrisa traviesa. La respuesta provocó risas en Allen y Jenna, quienes disfrutaban de la picardía de su amiga. Unos minutos más tarde, finalmente habían llegado todos y Tim Burton ingresó al avión, seguido del resto del equipo. La emoción en el aire era palpable, y Allen sintió un hormigueo de anticipación mientras caminaba hacia la puerta.

Al pasar cerca de Hunter, lo saludó. "Perdón por eso, Hunter, y gracias," habló Allen mientras lo saludaba, asintiendo con gratitud, ya que tenía las manos ocupadas con su propia maleta.

"Jajaja, está bien, no me importa. Además, es solo una maleta más," respondió Hunter con una leve risa. Era alguien bastante relajado, y su actitud despreocupada ayudaba a calmar los nervios de los demás.

"Espera un momento, Rei," dijo Emma, haciendo que Allen se detuviera un segundo. Sacó su celular del bolsillo de su abrigo y se tomó una foto con él y Jenna a su lado. Los tres sonreían, capturando el momento.

"Ahora sí, ¡vamos, mí corcel! Partamos hacia nuestro destino, que nuestro castillo espera nuestra llegada," exclamó Emma en un tono divertido mientras guardaba su celular. Su alegría era contagiosa, y la risa de Jenna resonó en el aire.

"Pfffjajaja," Jenna no pudo evitar reírse ante las ocurrencias de Emma. Allen, por su parte, también sonrió mientras seguían su camino hacia el avión. Antes de ingresar, Emma se bajó de su espalda y le agradeció, mientras Allen tomaba su maleta y la de Jenna como un gesto de agradecimiento. Finalmente, todos subieron al avión, listos para la aventura que les esperaba.

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[Los Ángeles, California]

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En la preparatoria, Isabel Myers se encontraba en su salón, rodeada de compañeros que hablaban y reían, el bullicio era constante. A pesar de los murmullos y algunos gritos, ella intentaba concentrarse en la clase, la mirada fija en su cuaderno mientras escribía y anotaba.

'Maldición... qué complicado que está la materia de física, y estos compañeros tampoco ayudan,' pensó la joven, sintiendo que la frustración comenzaba a acumularse en su pecho. La voz del profesor se desdibujaba en su mente mientras luchaba por seguir el hilo de la lección.

"Bueno, alumnos, tienen una semana para terminar esta tarea que les dejé," dijo el profesor de física al despedirse, su tono autoritario resonando en el aula. Isabel sintió un suspiro de alivio al ver que la clase finalmente terminaba. 'Debería pedirle ayuda a Allen mañana, ya que ahora debería estar viajando a Rumanía con mi hermana,' pensó Isabel mientras se levantaba de su asiento, guardando sus cosas con un aire de determinación.

La idea de contar con la ayuda de Allen siempre la hacía sentir más segura. Él tenía una forma de explicarle las cosas que la ayudaba a entender, y su paciencia era un refugio en medio del caos académico. Caminando por los pasillos, Isabel recordó cómo Allen siempre había estado ahí para ayudarla con sus tareas, corrigiendo sus errores con amabilidad y dedicación. Era un amigo leal, alguien en quien podía confiar.

Tras caminar un rato, llegó al salón de baile, un espacio amplio que olía a madera pulida y esfuerzo. Había pocas personas practicando en ese momento, lo que le dio un aire de tranquilidad. Se acercó a una compañera, quien al verla dijo: "Hola, Isabel, ¿vienes a practicar nuevamente para el baile?"

"Sí, voy a cambiarme y vuelvo, Jessica," respondió Isabel, sonriendo mientras se dirigía al vestuario. Guardó su mochila en su casillero, sintiendo cómo la emoción comenzaba a llenar su pecho al pensar en la práctica. Tras cambiarse a una ropa más cómoda, regresó al salón, lista para ensayar los pasos que había estado practicando.

La música comenzó a sonar, y con cada movimiento, se liberaba de las tensiones del día. "Entonces, ¿conseguiste a un chico que te ayudara en el baile? Después de todo, la temática era en pareja," preguntó Jessica, mientras seguían el compás de la música.

"No, todavía no. Además, no tengo mucho interés en bailar con alguien, pero no me queda de otra," comentó Isabel, un suspiro de leve molestia escapando de sus labios. La idea de tener que encontrar una pareja la incomodaba, y su mente divagaba en cómo sería bailar con alguien que no conocía bien.

La preocupación de no estar a la altura de las expectativas la invadió, pero se obligó a concentrarse en la práctica. Mientras se movía al ritmo de la música, Isabel no podía evitar pensar en Allen y en cómo él siempre había sido un apoyo incondicional.

La idea de que él estaba en Rumanía, explorando nuevos horizontes, le generaba una mezcla de envidia y admiración. Deseaba que él pudiera estar ahí para ayudarla, incluso en este pequeño desafío. Pero, en su corazón, sabía que debía enfrentar sus miedos, con o sin él a su lado.

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